Gabriel Altamirano es un artista oriundo de Misiones, Argentina, cuyas obras han llevado a incursionar en ámbitos como la moda y la publicidad. ¿Puede el arte lograr una simbiosis en otros escenarios? Recorremos la trayectoria del artista.
Por: Matías Irala
Fotografía: Emanuel Ds

Conecté con el arte desde muy pequeño. Llegué a Buenos Aires con intenciones de mostrar mi talento y desde ahí no paré”, comenta Gabriel Altamirano, un artista cuyas

ilustraciones se caracterizan por explorar la desnudez y la morfología humana, además de utilizar elementos de la ilustración clásica con cierta narrativa para la exposición de sus obras. “Me gusta trabajar con el método del lápiz, porque me parece que es una construcción lenta y metódica de lo que uno quiere expresar en contraposición al ritmo instantáneo que hoy se gesta mediante lo virtual”, señala.
En el año 2016 fue seleccionado por el Salón Nacional de Artes Visuales de Buenos Aires en la categoría de dibujo, junto a otros 40 artistas de entre más de 400 participantes. En ese entonces desarrolló una investigación sobre el relevamiento de las Ruinas Jesuíticas de San Ignacio y los pueblos originarios de Misiones.
En su bitácora artística, la evolución es una constante. “Anteriormente trabajaba de manera de individual en mis muestras; pero en mi última exposición trabajé con Debbie Reda, que es una curadora de arte que hizo un seguimiento a mi trabajo ”, menciona.
Altamirano considera que el proceso de observación es un elemento trascendental en la lectura de sus trabajo: “Soy una persona introvertida, mis obras son una especie de ruptura de ese estadio, pero utilizando los elementos propios de lo que contemplo dentro de mi cotidianidad”.
En 2017 participó de la muestra Cuadernos de Artistas, gestada en el consulado argentino de Nueva York, junto a 16 artistas emergentes argentinos. “Trabajé con el curador del Proa, Santiago Bengolea, quién nos invitó a un colectivo de artistas a exponer en New York. Se desarrolló dentro de una instalación abarcando la idea de exponer el cuaderno personal de cada uno de los artistas, en el anhelo de acercar esa faceta más íntima del autor”, explica.
Considera que el contenido es un elemento trascendental para el desarrollo de sus obras. “Me gusta trabajar con el concepto. En una era donde hay tanta fluidez de imágenes e información, a veces la lectura se pierde. Me gusta traer de nuevo el vínculo entre espectador y obra a través del análisis figurativo”, indica.
¿Cómo lidia hoy en día el artista con la exposición en redes? “Hoy en día uno tiene más alcance mediante las redes, lo cual es positivo por un lado, pero por otro, la exposición también se configura buscando la aceptación moral y colectiva del público. El artista contemporáneo debe lograr imprimir autenticidad en su obra para lograr trascender más allá de la presión moderna”, responde.

“Me gusta trabajar con el concepto. En una era donde hay tanta fluidez de imágenes e información, a veces la lectura se pierde. Me gusta traer de nuevo el vínculo entre espectador y obra a través del análisis figurativo”

Altamirano también se caracteriza por su trabajo en el ámbito didáctico. “Trabajo haciendo talleres de dibujo, creación de figurines de moda e ilustración para instituciones de arte. Me gusta trabajar con mis alumnos, acompañándolos para que encuentren su propia estilo sin caer en una rutina rígida o estructural”, señala.
Respecto a la metamorfosis personal de migrar a una ciudad más grande, señala: “Cuando migré a la capital no entendía muy bien el panorama local, llegué con la idea de aprender y vivir de mi arte. Buenos Aires es una ciudad grande, con mucha gente buscando lo mismo dentro del circuito, por lo que es trascendental confiar en uno y trabajar para ir escalando”.
Entre el arte, la moda y la publicidad
Altamirano ha dado su toque ilustrativo a escenarios de la moda y la publicidad porteña, expandiendo su pasión artística a otros terrenos. “El primer diseñador con el que trabajé fue Fernando More, con quién surgió la posibilidad de combinar mis ilustraciones con sus prendas en dos colecciones. Eventualmente también trabajé con Santiago Artemis y Vanesa Krongold, diseñadores de vanguardia que se inclinaron por yuxtaponer mis ilustraciones con su búsqueda estética para la elaboración de sus colecciones”, rememora.

Si hablamos de moda, su manifestación aleatoria combinada con el carácter estático de lo que concebimos como arte, es lo que me parece interesante. La moda es una segunda piel, es performática y expresa al igual que el arte, un concepto de acuerdo a la visión del diseñador”, señala.

Respecto a sus aspiraciones futuras señala: “Quiero seguir trabajando, exponiendo. Generar conceptos y técnicas dentro de mi narrativa para seguir acercando mi pasión por la ilustración”.
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