Esta no es la historia de un batido que se hizo famoso sobre alguna calle de la ciudad, sino la de dos jóvenes paraguayas que rompieron esquemas cantando reguetón. Su ingrediente principal: ser ellas mismas.
Texto: Micaela Cattáneo
Un pantalón de tiro alto y un crop top descansan en un perchero. Unos lentes de sol y una riñonera decoran una mesa. Un quepi y un par de championes blancos con plataformas se esconden en algún rincón de la habitación. María José Maciel (22) y Sabrina Montes (19) entran al cuarto, arman su look y salen listas para el show que les espera. Arriba del escenario son las vocalistas de Milk Shake, las líderes de la banda nacional que se dio a conocer por hacer covers de reguetón y trap.
En ellas, las palabras son movimiento y fuerza; son gestos y proyección de voz. Se percibe teatralidad hasta en sus formas de hablar, porque vienen de ese mundo: el del canto, baile y actuación. Se conocieron así, estudiando comedia musical. Y fue este género el que, años más tarde, las unió definitivamente. “En el 2016, las dos quedamos seleccionadas para formar parte del musical Be Italian, y desde entonces no nos separamos”, cuenta María José.
La amistad con Marcelo Delgado, el cantante de Mama Santa, fue clave para los inicios de Milk Shake. “Él nos escuchó cantar y nos llevó a 4kcho Records. Él no era de la productora, pero nos presentó a nuestro actual guitarrista (Bruno Méndez) y baterista (Robin Müller). Nos juntábamos ahí a hacer peñas con ellos. En ese proceso, le convocan a Majo a una reunión y yo le acompaño. Julio de los Kchiporros nos dice que su idea es armar una banda de covers. Y ese mismo día, bajamos al estudio para hacer una prueba”, relata Sabrina sobre cómo se creo la banda.
El primer show llegó al mes, con Bruno y Robin como músicos del grupo, pero también con la incorporación de Peppe Campione en teclados. Durante dos meses, tocaron sin tener un nombre. Hasta que días antes de abrir la gira de los Kchiporros en Ciudad del Este, pensaron en uno. “¡Dale! Digan cómo podemos llamarnos”, recuerda Majo que escribía en el WhatsApp. El primero que propone es Robin: “¿Y si nos llamamos Milk Shake?”. “Justo fue a buscarle a alguien al aeropuerto, y mientras esperaba, vio esa palabra escrita en una heladería. Y ahí quedó”, continúa María José.
Empezaron haciendo covers de Nicky Minaj, Dua Lipa, Drake, Jason Derulo, etc., pero fueron agregando a su repertorio temas de J Balvin y artistas de música urbana en general. “El mundo tiene que escuchar más a las mujeres que cantan reguetón. Es un gran paso que acá nos den espacio en los boliches. Pero mundialmente, con los dedos de las manos puedo contar cuántas mujeres están en la escena: Natti Natasha, Becky G, Karol G, Anitta, Cazzu. Si nombro a los hombres no me alcanzarían los dedos de las manos ni de los pies, porque son miles, y todos conocidos y exitosos”, comenta Sabrina.
Y agrega: “Bad Bunny, por ejemplo, hace poco lanzó su álbum. Lanzó a las 00:00 y a las 00:01 todo el mundo estaba escuchando y tenía miles de reproducciones. No pasó lo mismo cuando Natti Natasha lanzó el suyo. Ni hablar de la diferencia en el cash. Le ponen al hombre en un pedestal y ellas son unas bombas arriba del escenario. Al principio, nos pasaba. Nos decían: 'dale muy lindo, pero salgan ya del escenario'. Hoy por suerte ya no sucede, porque en el público vemos mujeres bailando y bancando nuestra música”.
María José reafirma el discurso de su compañera y suma el suyo, destacando cómo la mujer fue ganando su lugar en el reguetón. “En los comienzos, a las mujeres reguetoneras se las escuchaba una sola vez y en el fondo de la canción. Hoy eso cambió, ya no somos las chicas que están atrás cantando 'dale papi, dale duro'; no somos las groupies, sino las líderes de las bandas”.
Hechas de guerra
Mi veneno es el primer corte propio de Milk Shake, una canción que habla de ser libre con lo que uno elige para el futuro. “En una parte escribí lo que la sociedad dice: 'Qué vas a hacer cuando la manga remangues (por los tatuajes). Nadie te va a tomar en serio. No vas a poder firmar un contrato. La música sirve pa' un rato, no paga las cuentas. Y yo irónicamente respondo: 'Ay qué miedo, ese es mi problema entonces baby'. Queríamos mostrar quiénes somos y lo que pensábamos”, explica Montes.
“Les hablamos a las mujeres y a los hombres. A la joven soñadora que quiere ser artista pero le obligan a ser psicóloga y al joven que quiere ser peluquero pero le dicen que sea abogado. Por eso escribimos 'estoy hecha de guerra y con los pies en la tierra', porque aunque nos digan 'como cantante de reguetón no van a triunfar', nosotras respondemos: 'no, vamos a ser lo que queremos ser”, añade Maciel.
El nombre de la canción, Mi veneno, resume tal mensaje. “Escribí ese título porque pensé en el veneno de una serpiente. Ella nace así, no le podés sacar o echarle la culpa por eso. Yo nací con una vocación, que es ser artista, y nadie puede cambiar eso que soy”, comenta María José.
Al momento de crear, dejan que todo fluya. “En Mi veneno escribimos nuestra historia. Pero quizás la próxima canción no tenga un mensaje tan profundo y sea sólo para bailar. ¡Basta también con los prejuicios hacia la música urbana! El reguetón no habla sólo de sexo, tiene otros contenidos. Nicky Minaj por ejemplo canta sin censura y me encantaría poder cantar acá todo lo que ella dice, sin que eso implique un '¡qué vulgar! o ¡está provocándole a los hombres!”. Que sea todo lo contrario: que el público vea que estoy moviendo la cola y lo imite, porque quiere disfrutar y bailar de la misma forma”, afirma la artista.
Música con identidad
Entre sus grandes influencias musicales mencionan a la cantante argentina de trap Cazzu y a la artista española que fusiona flamenco con música urbana, Rosalía. “A Cazzu le amamos. Ella no cuenta una historia ficticia, su lírica es muy fuerte”, dice María José. Y Sabrina agrega: “Es tan hermosa y sexy. Ella no es una chica “perfecta” según los estándares de la sociedad. No es la típica rubia carilinda y sin tatuajes. Ella no canta con tacos, usa remeras grandes y buzos”.
De hecho, esta estética que define al trap y al reguetón las vuelve más creativas. “Parece que en Paraguay está permitido ser una bad girl en invierno (medias red, jeans rotos, etc.). Pero en verano, hay más límites para comprar looks urbanos, porque todo es shorts y blusas. A veces, compramos del mercado, mandamos a hacer o diseñamos nosotras: cortamos telas, pegamos o dibujamos cosas, etc.”, reconocen ambas.
Las Milk Shake concuerdan en que los conciertos son parte de la fórmula para posicionarse en la escena local. Están enfocadas en hacer lo mejor posible en cada show, para luego lanzar progresivamente los temas que tienen grabados. Pero sostienen que esta lucha no es sólo de las mujeres en el reguetón, sino la de todo un país. Al respecto, María José relata una anécdota y concluye: “Estudié comedia musical en Argentina y las chicas me decían: ‘che, ¿allá en Paraguay hay McDonald’s?’. Y yo no entendía por qué me decían eso. Una vez, una amiga argentina me comentó: ‘Acá cuando se dice la paraguaya es como decir la criada’. Y todo eso me hacía pensar: nosotras podemos ser y hacer todo lo que nos proponemos, como cualquier otra latinoamericana. Porque estamos preparadas igual o mejor que las chicas de otro país”.
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