Entre acordes, letras e instrumentos, Rodrigo Ferreiro —guitarrista de Paiko y productor musical— descubre una faceta importante en su vida: la de ser papá.
Texto: Micaela Cattáneo
Fotografía: Nath Planás
Leonor dibujaba garabatos en el pizarrón de un espacio de coworking céntrico, llamado El Callejón. De entre todas las tizas esparcidas en el piso, eligió las de color verde y rosa para crear su arte; para dejar rastros de que estuvo ahí, en el lugar donde sus padres suelen ir a trabajar. Cuando su obra quedó impresa en aquella superficie, dio pequeños pasos hasta los brazos de su madre y —con la voz aguda propia de la edad— empezó a contar los números en inglés.
Leonor nació hace casi dos años. Con su llegada al mundo, le cumplió el deseo de ser papá al guitarrista de la banda Paiko, Rodrigo Ferreiro. “Siempre quise ser padre de una nena. Si llegaba el nene igual iba a ser feliz, porque en la familia tengo dos sobrinas. A mí siempre me gustaron los niños, sobre todo a esta edad, porque son un viaje. Yo estoy muy contento con la paternidad”, comenta.
Afi —apodo de Ferreiro— y su esposa, Liza Rubiani, tienen en claro las enseñanzas que quieren transmitirle a Leonor, con el tiempo. “Quisiera mostrarle la importancia del ser coherente (yo no lo logro la mayoría de las veces), del ser valiente y curiosa; del amor propio y de las responsabilidades de la libertad. No olvido lo que mis padres me decían: la libertad sin responsabilidad es libertinaje”, señala.
Rodrigo vivía con su mamá, su papá y su hermano en el barrio Mburucuyá. De esa época, recuerda las travesuras con sus vecinos por las calles, el equipo de fútbol al que llamaron Los Goonies, y el primer regalo musical a los 7 años: una armónica. “Mi mamá me ofreció estudiar un instrumento, elegí piano pero como estaba fuera del alcance se recicló una vieja guitarra que andaba dando vueltas. Así empecé”, menciona.
Su papá es la primera persona que recuerda cuando intenta explicar cómo descubrió su amor por la música. “Los domingos eran días donde él reparaba todo lo que estaba descompuesto o nos llevaba de pesca. En medio de eso, sus vinilos sonaban a todo volumen. A mí me gusta el folclore paraguayo gracias a él, porque escuchaba todo el tiempo. También escuchábamos rancheras, tangos, guaranias y algo de The Beatles o de The Carpenters”, cuenta.
Hoy, su rol de padre lo lleva a pensar en el suyo en más de una ocasión. “Mi amiga Sara me dijo una gran verdad: “ahora que sos papá, vas a conocer a tus padres”. Pienso mucho en esto, todos los días, sobre todo cuando trato de transmitirle a Leonor las buenas enseñanzas y de corregir lo que capaz no funcionó conmigo”, indica.
De hecho, el músico cree que la paternidad lo convirtió en un mejor hijo. “Empezás a entender los porqués, las razones de cómo te educaron; las renuncias y sacrificios que hicieron. Y sentís que les debés un montón. En esto de ser padre, estoy descubriendo cosas mías todos los días. Es una oportunidad para devolver lo recibido; para ser mejor persona, más humilde, menos egoísta y agradecido”, reflexiona.
Proyectos de corazón
Paiko celebra su aniversario número 20 el próximo año, motivo por el que la banda de rock paraguaya está preparando el lanzamiento de su nuevo disco para marzo del 2020. El primer adelanto o single saldrá el próximo julio. “Este álbum lo grabamos en México, el año pasado”, comenta sobre el proyecto grupal.
Además, está trabajando gradualmente en un libro infantil que tratará sobre las motivaciones y la manera en que hay que enfrentar los miedos. “La historia está basada en los personajes de nuestra casa, ya que están todos nuestros gatos”, adelanta y agrega que también quiere lanzar un disco propio, donde incluirá canciones para su hija.
Sin embargo, no es la primera vez que realiza un material para niños. Hace 12 años, junto a su compañero de Paiko, Enrique Zayas, compusieron canciones para los discos de una conocida marca de pañales. “Esa idea surgió porque en el 2006 nos habíamos ido de gira a Alemania y España. En España fuimos a una disquería famosa que ahora ya no existe, y en un momento todos nos perdimos. Nos encontramos después en la caja”, relata.
“Enrique y yo teníamos discos de Slayer, Metallica, etc. Y el resto había comprado materiales infantiles de la época, porque decían que en Paraguay casi no habían cedés infantiles, y mucho menos con identidad paraguaya”, continúa y revela que este año volverán a sacar los discos, pero con nuevas portadas.
Asimismo, formó parte del equipo del audiolibro Paz Guerra, de la Editorial Dos Maletas, un cuento del 2018 en el que trabajaron durante cinco años. En este proyecto se encargó de darle una identidad musical a los personajes y escenarios, y de producir —junto al músico Pablo Blaya— el soundtrack de la historia.
Ferreiro asegura que Leonor fue la razón por la que las canciones que compone son cada vez mejor. “En estos últimos años sufrí de un bloqueo creativo a causa de varias situaciones, pero ella logró sacar todo eso de mi alma. La paternidad me cambió en muchos aspectos, sobre todo me volvió a conectar con mi niño interior”, analiza.
Mira en retrospectiva, y luego de casi dos años de haberse convertido en padre, piensa en cómo la llegada de Leonor puso orden en su vida. “Lo que más me gustaba antes era no saber lo que iba a hacer dentro de dos horas. Hace 25 años no tenía horarios, hoy sí los tengo. Para mí todo es nuevo. Trato de no perderme de nada, porque todos los días, ella dice o hace algo diferente. Con Liza sabemos cuál es el norte: que ella sea feliz”, concluye.
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