Se juntan dos artistas, graban una canción y las radios explotan. Hoy, el negocio de la música parece moverse a través de los featuring o colaboraciones. ¿Una cuestión artística o pura estrategia comercial?
Texto: Micaela Cattáneo
No fue una tarde cualquiera de 1981. Los Queen se habían juntado en su famoso estudio de grabación (Mountain Studios) en Montreux, Suiza. Como de costumbre, craneaban una nueva canción. En medio de la improvisación, uno de los ingenieros de sonido, David Richards, los interrumpió para contarles que David Bowie estaba por la ciudad y que lo había llamado para que pasara por ahí.
Así, casi como una fotografía espontánea, se creó una de las colaboraciones más importantes de la música: Under Pressure. En principio, Bowie grabaría los coros de una canción de la banda (Cool Cat). Pero ni él ni Mercury habían quedado contentos con el resultado. Y ese mismo día, después de unos cuantos rifs y copas encima, se animaron a improvisar sobre la base musical que había hecho el baterista, Roger Taylor, para Feel Like.
No fue la única vez que dos grandes del rock fusionaron sus talentos en una canción. Mercury lo hizo también con Michael Jackson en State of Shock, pero la canción quedó inconclusa y el “Rey del pop” decidió grabarla finalmente con Mick Jagger, de los Rolling Stones. Jackson no se quedó atrás con el asunto de las colaboraciones, y sacó Say, say, say junto al más romántico de los Beatles, Paul McCartney.
Su compañero de ruta, John Lennon, también se dio sus gustos, y acompañó a Chuck Berry en una versión del clásico Johnny B. Good, y a Elton John en su concierto en el Madison Square Garden, en 1974, porque apostó que su tema Whatever gets you thru the night no tendría éxito. Elton no pensaba lo mismo. Y el 28 de noviembre de ese año, el Beatle cumplió su promesa y subió al escenario neoyorkino, donde esta canción y otras, como Lucy in the Sky With Diamonds y I Saw Her Standing There, sonaron más vivas que nunca.
En muchos casos, las colaboraciones de esa época eran reversiones de temas que no paraban de sonar en la radio, pero refrescadas por las voces de otros artistas de la escena. También, una suerte de homenaje o testimonio de admiración entre grandes referentes del rock, como lo que ocurrió con Elton John y Axl Rose en el concierto tributo a Freddie Mercury en 1992, donde cantaron uno de los Bohemian Rapsody más fibrosos que escuché en mi vida.
“Personalmente, prefiero quedarme con el legado artístico que significó la posibilidad de conjunción entre músicos de diferentes o similares características, o estilos, que supuestamente su propio ego no les hubiese permitido juntarse. En ese sentido, creo que hubo colaboraciones fabulosas. Pero también es claro que legaron esa especie de 'experimento comercial de marketing' que ahora es explotado de manera, en muchos casos, hinchapelotas”, reflexiona el melómano Eulo García.
“Las colaboraciones son algo común en el pop y el rock desde hace décadas, más concretamente desde los 70. En el jazz ocurre desde mucho antes. Creo que hoy, gracias a Internet, son más fáciles de realizar y más visibles, también”, agrega el ex comentarista de metal, rock y jazz, Rodrigo Carvallo Croskey.
Cuando la fusión funciona
El año pasado, para celebrar sus 10 años en streaming, Spotify reveló un ránking de las canciones más escuchadas en la plataforma. De las 10 seleccionadas, tres eran colaboraciones, entre las que se encontraba el rémix de Despacito, cantada por Luis Fonsi, Daddy Yankee y Justin Bieber.
Sobre este hit del verano de 2017 se cuentan muchas cosas: que en su etapa beta sonaba a una cumbia colombiana, que la impronta de Daddy Yankee fue un golazo en la producción, que fue la canción más escuchada del mundo y que ganó un récord Guinness por eso; que la versión con el cantante canadiense Justin Bieber triplicó su éxito y que uno de sus covers más emotivos (entre los tantos que tiene) es el de la surcoreana JeA.
Despacito es un claro ejemplo de lo que decía Oscar Sayavedra, ex director artístico y de márketing de los sellos EMI y BMG, en una entrevista para el diario El Mercurio (Chile): “El boom comenzó en Puerto Rico con las colaboraciones entre reguetoneros. Pero no es un fenómeno nuevo, sino uno progresivo que viene de la época del jazz y se hizo popular con el hip hop. Luego se expandió al reggae y de este pasó al reguetón”.
¿Un asunto artístico o una cuestión meramente comercial? El análisis es diverso. Para el sello discográfico Simple Music, los featuring son estrategias de marketing; respuestas ante los nuevos conceptos de “lo masivo”. “La tecnología eliminó los formatos antiguos. Lo físico casi no existe (cedé). Son tiempos más radicales, y eso obliga a buscar nuevas estrategias para perdurar en el tiempo y posicionar un tema, sobre todo con la cantidad de talentos que surgen por segundo. El acceso a los contenidos es mayor y efectivo, por eso la estrategia debe ser buena”, responde el gerente general de la firma, Óscar Troche.
Por su parte, Eulo García siente que esa abundancia actual de featurings es más una necesidad de la industria por sobre otros intereses artísticos musicales. “Sabemos que esta ha sufrido cambios radicales en los últimos 20 años, y pareciera ser que cada vez es más difícil mantenerse en los charts mediante la sola calidad musical o interpretativa de los artistas. Por eso, hay una búsqueda permanente de 'novedades' que, como se dice, sacudan la banca”, comenta.
Pamela Ruiz Díaz, del sello discográfico Planea Música, señala que en la industria, cuanto más novedoso y completo es el artista, mejor. “Un feat. ayuda a ampliar nuevos oyentes; a llegar a donde jamás se pensó. El público es exigente, quiere contenido todo el tiempo, y esto obliga al músico a estar en constante movimiento, creando, compartiendo, teniendo shows, etc.”, señala.
Puntos a favor
Los featuring son más frecuentes en la música urbana, en muchos casos como disparadores de artistas emergentes. Sin embargo, con el último disco de Madonna, Madame X, se puede comprobar que hasta los artistas de más trayectoria, a veces, necesitan un empujón. “Madonna está consagrada en la música, pero es de otra generación. Creo que las colaboraciones son ese salto al presente, casi casual, hacia nuevos fans”, destaca Pamela.
Sólo piénsenlo: ¿hubiese tenido la misma repercusión su disco sin los feat. con Maluma, Anitta, Swae Lee y Quavo? O qué me dicen del último lanzamiento de Ed Sheeran, No. 6 Collaborations Project, un álbum que habla por sí solo: featurings de pies a cabeza. Aunque de manera menos orgánica que en otras décadas, la tecnología sumó para que esto del feat. explote. “Hizo que grabar una canción sea más fácil, pese a que los artistas involucrados se encuentren en lugares diferentes del mundo”, explica Julio Troche, músico y productor de 4Kcho Records.
Rodrigo Carvallo concuerda en que lo digital favoreció para aumentar la producción de temas. “Hoy, se envían las pistas grabadas a un estudio y allí se mezcla todo. En cuanto al consumo, también. Porque nos pone al alcance del dedo del mouse o de la pantalla, una cantidad de música antes inimaginable. Por lo tanto, las colaboraciones se convirtieron en una forma de destacar en el variopinto menú musical, de por sí muy competitivo”, sostiene.
A quien siempre lo “acusan” de “hombre featuring” es a Pitbull. Y es que no le ha ido nada mal con esto, ya que sus mayores éxitos han sido colaboraciones (como On the floor con Jennifer López). “En gran parte sí es una cuestión de marketing, pero seguirá siendo la canción la que determine el éxito. Una buena canción pesa siempre más que quiénes la puedan interpretar”, opina la comunicadora de Planea Música.
Eulo defiende “la necesidad artística de complementarse” como la principal motivación para la creación de un feat. “En primer lugar, para intentar acercarse cada vez más a lo que un músico se imagina acerca de cómo debe sonar una canción; en segundo lugar, para que funcione verdaderamente, no tanto en el sentido comercial, sino laboral (contratos, conciertos, etc.). Y para que esto suceda, no basta solamente con que los músicos sean virtuosos, sino que exista una conexión sensorial que permita que la música funcione”, concluye.
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