Texto: Matías Irala
Recuerdo que en Navidad y Año Nuevo, además de las clásicas puestas decorativas y culinarias, en casa no podía faltar música. Mi abuelo —antes de que la efervescencia del alcohol obligara a los adultos a inclinarse por géneros folclóricos o tropicales— solía rescatar del fondo de su cajón un cassette con una mujer llamativa en la carátula.
Automáticamente, mis primos y yo —a la par de lanzar fosforitos al aire para el disgusto de nuestros padres— cedíamos a la fiebre del synth pop. Mucho tiempo después, ya en la etapa adulta, pude obtener aquel álbum, que contaba con ocho canciones que daban cátedra de un pop bien ochentoso, alegre y bailable.
¿Quién era esa mujer tan particular? Era Sandra, cantante de origen alemán que alcanzó el estrellato en los 80 con este material bautizado como The Long Play, que incluía clásicos como In the Heat of Night y María Magdalena, hits que la llevaron incluso a competir con Madonna.
El disco fue producido por Michael Cretu, creador de sonidos que sentarían los cimientos del europop de la segunda mitad de los 80 y que alcanzaría el estrellato con su proyecto Enigma.
The Long Play es ideal para celebrar, por sus estribillos accesibles y su invitación a mover los pies para revivir el jolgorio de una época hoy ausente.
Canción necesaria:In The heat of the Night, para esperar las 12 al ritmo de los sintetizadores.
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