El joven cantautor paraguayo Joshua Dietrich nos cuenta cómo encontró un estilo propio dentro de los sonidos que más fuerte suenan en la industria actual.
Texto: Micaela Cattáneo
@micaelactt
Fotografía: Fernando Riveros
Un día Joshua Dietrich subió sus canciones a Spotify, y a otras conocidas plataformas de música, y el contador de reproducciones se empezó a mover. Este artista paraguayo de 21 años y una carrera emergente, no titubea cuando expone qué quiere ofrecer en la industria: “No quiero pegar con reguetón o trap, sino con lo que estoy haciendo ahora porque es lo que llega al corazón”, expone.
Lo que está haciendo ahora es llevar el flow de la música urbana actual a un polo más acústico. Escúchame loca, el single con casi dos millones de escuchas, es un ejemplo del estilo que hace, al que no designa un nombre específico porque “es una mezcla de alternativa, soul, ritmos latinos y caribeños, entre otros”, asegura.
Desde los ocho años, la música lo obnubila. Sin embargo, desde esa edad tiene los pies sobre la tierra y el deseo entre ceja y ceja: “ser el mejor”, recuerda. Joshua se encerraba en su habitación durante horas y horas para aprender a tocar la guitarra, la batería y el piano. Se define como un autodidacta porque aprendió a ejecutar todos los instrumentos solo. “Mis dedos se quedaban azules de tanto practicar”, cuenta.
Cuando decidió estudiar fuera de su casa, el impulso le duró un mes. “Me aburría la rutina”, confiesa. Siempre prefirió su estudio de grabación, ya que en este la música fluye sin dar tantas vueltas. “No me cuesta nada componer, es como que estés con el mejor chef de pastas del mundo y le pidas que te haga la más rica. A veces, en 10 minutos saco una buena canción”, comenta sobre el resultado que dio el esfuerzo de tantos años. Y siempre que lo cuenta se muestra sorprendido.
Aunque su carrera en la música es como un edificio en construcción, cuenta con un catálogo de canciones que demuestran cuán joven ha empezado a trabajar por su sueño. Antes de esta etapa acústica, compuso cumbia, reguetón y trap, pero en ninguna se destacó tanto como cuando experimentó el modo más orgánico de la música. “Ahí me di cuenta que estaba proponiendo algo diferente”, reflexiona.
Se lanzó a la música solo, pero en el camino conoció a personas que lo ayudaron a potenciar su talento. “La gran oportunidad llegó cuando firmé con Kike Santander, el compositor y productor discográfico que hizo canciones para Thalía, Marc Anthony, Gloria Estefan, etc. Me conoció porque su esposa es paraguaya y prima de un amigo mío, quien fue el que le mostró mi música”, relata.
Con él lanzó algunas canciones y exploró aún más su faceta de compositor, pero para otros artistas. Después, el destino lo puso de nuevo en el terreno independiente como generador de sus propias oportunidades hasta que se encontró con la visión del productor Nicolás Repetto, en InOut Music. “Hace tres meses que estoy en la productora y después de conocerlo a Nico me di cuenta que era la persona indicada. Ahora estamos dándole un empuje importante a mi música”, señala.
Su lanzamiento más reciente es Si conozco al diablo, una canción que transmite mucha de la esencia de sus influencias en la música: Andrés Calamaro, Samo (ex-integrante de Camila), Ricardo Arjona, Caloncho, entre otros. Esta canción y Me derrito están sonando a full en las radios”, comenta contento por sus logros.
La fusión que propone Joshua en sus composiciones le trae desafíos a nivel laboral. “El hecho de que sean acústicas hace que sea más difícil escucharlas en los boliches, pero estamos hablando con varios djs para hacer versiones remix de Escúchame loca o Canción sin nombre, porque me encantaría que suenen en las discos”, manifiesta.
El amor es un tema recurrente en su lírica y eso habla de la sensibilidad que lo caracteriza. Su tía Lulú, quien estaba en la sala donde ocurría la entrevista, recuerda que cuando era niño no quería estudiar y que en una ocasión había escrito la palabra “música” incontables veces en un cuaderno de 100 hojas. “Él, lo único que quería, era ser músico”, revela.
En la habitación paralela a su estudio de grabación están Luz y Aramí, ambas de 18 años, frente a una computadora. Son las administradoras de su club de fans, que a la fecha tiene más de 200 integrantes. “Nosotras lo apoyamos porque es paraguayo y tiene muchísimo talento que merece ser reconocido”, dicen. Joshua ya no estaba en la sala cuando ambas declararon esto. Sin embargo, minutos antes de salir de aquel cuarto, él había confesado a qué aspira: “quiero dejar en alto el nombre de mi país”.
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