De un día para otro, las calles quedaron vacías y nos vimos obligados a guardarnos en casa con el miedo y la incertidumbre a flor de piel. ¿Qué hacer para que estos sentimientos no consuman nuestras vidas?
Texto: Micaela Cattáneo
@micaelactt
El primer libro que leí este año nada tiene que ver con la salud mental. Al menos, no de entrada. Se trata de Las montañas siguen allí, del uruguayo Pedro Algorta, uno de los 16 sobrevivientes de la tragedia de los Andes. Sobre este accidente se ha contado mucho (a través de libros, películas o conferencias), pero el relato de Algorta me permitió entrar de otro modo al mundo que él y sus compañeros habían creado al pie de la cordillera.
¿Dónde está la relación entre su historia y la actual pandemia del coronavirus? Pienso que en muchas más partes de las que creemos, pero, si tuviera que elegir una que se me haya grabado como ninguna otra es la manera en la que se mantuvieron vivos durante tres meses hasta el día del rescate.
Y no me refiero a lo que todo el mundo recuerda de esta tragedia (la antropofagia), sino más bien a esa supervivencia individual, aquella que vivía en la mente de cada uno y se hacía tangible en las tareas que todos asumían. Algorta, a través de un testimonio crudo pero muy muy sincero, revela cómo no había tiempo para pensar en posibles finales o paralizarse por los decesos que ocurrían en el camino, porque “lo normal” en ese contexto era hacer y hacer, todo lo que esté a su alcance, para volver a ver el sol al día siguiente.
Él habla, de alguna forma, de ese mecanismo natural de supervivencia del ser humano, ese que lo lleva a actuar antes que a pensar; a hacer antes que a analizar. Y sí. Sí hay un móvil en todo esto, el miedo. El temor que mantuvo a los sobrevivientes de los Andes en alerta y trabajando en equipo hasta el último día es el mismo que hoy nos obliga a quedarnos en casa y lavarnos las manos todo el tiempo.
Ahora que nuestros límites son las cuatro paredes de nuestra habitación, sala u otro espacio de la casa, ¿cómo hacemos para que ese miedo no se convierta en paranoia?, ¿cómo evitamos que nuestra salud mental se desborde?
Para empezar, la psicóloga clínica Melisa Urtlauf explica que es común reaccionar con temor y desconcierto ante lo desconocido, más aún teniendo en cuenta que es una situación sin precedentes y que de un día para otro nuestra rutina cambió de una forma brusca.
“Esto podría provocar un aumento de ansiedad debido a pensamientos sobre cómo continuará esto, sobre lo difícil que está siendo adaptarse a la cuarentena; el temor que sentimos por la salud de nuestros seres queridos, el deseo de que todo pase y nuestro ritmo vuelva a la normalidad, etc. En personas con un trastorno de ansiedad de base, podría incluso acarrear síntomas depresivos”, expone.
La especialista asegura que el exceso de información puede ser un motor de la ansiedad, ya que generalmente en ese conjunto hay fake news o información sensacionalista. “Es importante hacer una selección de fuentes oficiales y confiables para no caer en el miedo infundado o pánico generado por los audios, fotos y noticias que llegan al WhatsApp”, menciona.

¿Cómo cuidarnos?

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la ansiedad ocupa el 3,4 % del 19 % correspondiente a los trastornos mentales en América Latina y el Caribe, y la depresión el 5%, siendo el más común en la región. “La familia es nuestro núcleo de contención, lo importante es tener vínculos emocionales”, expresa.
“Es importante conservar una rutina saludable que permita una dinámica familiar armoniosa, ya que esto facilitará atravesar esta etapa del aislamiento sin tantos efectos colaterales negativos. Si una persona vive sola o no tiene familiares, es fundamental que busque apoyo en sus amigos”, agrega Urtlauf.
La psicóloga sugiere seguir estos tres pasos para mantenernos estables durante la cuarentena. “En primer lugar, estar al tanto de las recomendaciones de los organismos oficiales y adaptarlas a cada miembro de la familia, según su edad. Es importante indagar si alguno está con miedo o tiene dudas, para intentar aclarárselas todas”, señala.
Y continúa: “En segundo lugar, armar una rutina nueva con un calendario semanal para cada miembro de la familia. Hay que tener en cuenta las actividades que solía realizar cada uno e intentar mantenerlas con sus horarios habituales. Por ejemplo, si los chicos iban al colegio de mañana, dedicar parte de esta para realizar tareas o repasos escolares, y agregar rutinas de ejercicios, juegos u otras actividades de la casa como ordenar y limpiar entre todos”.
“Y por último, fomentar la práctica de la aceptación, manteniendo a raya esos pensamientos emocionales que van al pasado (“si no hubiera pasado esto…”) o al futuro (“que va a pasar si…”) y trayendo la mente al presente (“esto está pasando ahora, ¿cómo hago para atravesar lo mejor posible esta situación?”). No es una tarea fácil de hacer cuando ya estamos muy desesperados, pero es muy efectiva cuando se convierte en una práctica”, añade.
La profesional hace hincapié en que es importante ser conscientes de nuestras emociones y de aceptar que aparecen por algo. “De nada sirve negarlas o desestimarlas, eso solo provoca que me sienta peor de lo que ya me sentía al inicio”, sostiene. Y recomienda hacerse preguntas al respecto: ¿Qué está haciendo esa emoción en mí ahora?, ¿A qué responde?, ¿Apareció tras un pensamiento?, ¿Qué pensamientos estoy teniendo?, ¿Es un miedo desmedido que apareció de un pensamiento catastrófico?, etc.
“Estas preguntas nos ayudan a dilucidar si hay algo que necesito hacer por mí en ese momento. ¿Necesito información? Entonces, la busco de fuentes oficiales. Si son pensamientos catastróficos, es decir sobre cosas que no pasaron aún pero que me muestran un panorama trágico, es hora de aferrarme a los hechos, a datos concretos que me ayuden a actuar efectivamente y no desesperadamente”, asegura.
Porque así como los 16 sobrevivientes de los Andes superaron todos los obstáculos de ese ambiente tan hostil con la idea firme de volver a sus casas y abrazar a sus seres queridos, nosotros debemos cuidarnos y hacer frente a esta pandemia de todas las formas posibles, porque allí afuera, el mundo sigue, y nos espera más sanos que nunca.

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