El fútbol le dio una carrera universitaria y la posibilidad de vivir de lo que realmente le apasiona. Hoy es una de las estrellas del fútbol femenino paraguayo. Amante de los deportes —también juega al básquet y muy bien— aboga por un fútbol libre de prejuicios para las mujeres.


Texto: Jazmín Gómez Fleitas
@jazgomezf
Fotos: Nath Planás
Producción: Juan Ángel Monzón

En 2019 Karina Vega recibió los títulos de Mejor jugadora, Mejor goleadora y Jugadora revelación. Marcó 67 goles, todo un récord nacional. En la gran gala de premiación “Premios de Primera” recibió sus galardones junto a Roque Santacruz, a quien ella entregó el premio de Mejor jugador 2019. “Es algo único vivir que le estén dando su lugar al fútbol femenino. Antes nadie sabía nada. Si uno busca mis registros de años atrás ni siquiera están, y hoy está todo registrado”, destaca orgullosa.
¿Cómo logró Karina (30) hacer su sueño realidad? “Mi vida nunca fue muy fácil. La gente ve los logros de ahora, pero no sobre lo que los construiste”, reconoce. Y es que de niña no la dejaban jugar al fútbol, ni en casa con sus primos, ni en el colegio. “Tenía tantos primitos con los que nos juntábamos los fines de semana y veía que jugaban fútbol, y demasiado me llamaba la atención, y quería jugar tanto con ellos, y no me dejaban. En el colegio tampoco, porque las chicas sólo podían jugar hándbol y los chicos, fútbol. Tenía compañeras que también querían jugar fútbol pero el profesor nos decía que no, porque nos podían lastimar. Entonces nunca podíamos encontrar un lugar para jugar fútbol”, relata.
Karina empezó jugando al tenis y al básquet, aproximadamente a los 8 años. Sus padres eran directores técnicos y siempre le inculcaron el amor al deporte. Pero no fue sino hasta que llegó una invitación a su colegio, en el año 2000 aproximadamente, que la oportunidad la sorprendió. El colegio aceptó participar del torneo, pero grande fue la sorpresa cuando las chicas llegaron y el deporte no era hándbol sino fútbol de piso (fustal).
El intercolegial era nada menos que la Copa Fox Kids, de la cual salieron campeonas y Karina, goleadora. Fue ahí cuando se hizo inevitable que su talento volviese a las sombras. Muchas personas la habían visto y se acercaban a decirle que tenía que practicar, pero fue su mamá la que le brindo más apoyo buscando una escuelita de fútbol donde inscribirla.
“Mi mamá siempre quiso que sobresalga en el deporte. Tuve que dejar el tenis porque era un deporte muy caro y que requería mucho más tiempo. Pero antes de dejar competí a nivel Sudamericano, me fue bien también ahí. A los 12 años, no había muchas escuelitas de fútbol, pero conseguimos una en el Club Olimpia donde aceptaban a niñas desde los 10 años”, recuerda. Así fue como en los años siguientes, Karina llegó a jugar para la selección.

El fútbol profesional

“Los torneos de la APF que jugábamos, en ese entonces, lo hacíamos en canchas que eran solo de arena, muchas veces no había arco y si había, no tenían redes. Los baños, ni hablar. Cuento esto para que la gente sepa que no siempre se le dio la importancia. Y muchas dejaron el fútbol por esas situaciones que además de incomodarte, te desmotivan. En la selección de por ahí te daban ropa y algún viático. Yo miro atrás y digo ¿cómo seguí? Porque era difícil. Ahora la FIFA está invirtiendo en fútbol femenino y los clubes le están dando la importancia que corresponde. Para mí es un sueño. Acá en Paraguay no conozco muchas mujeres que puedan vivir del deporte, a no ser que sea individual y apoye la Secretaría de Deportes. A nivel colectivo, es difícil, pero en el fútbol femenino al menos, se están abriendo las puertas”, señala.
A sus 18 años unos “ojeadores” en los sudamericanos se acercaron a ella y le dijeron que querían ver videos de sus partidos. Les envió algunos que grabó con un celular y así fue como le ofrecieron media beca para estudiar en los Estados Unidos y jugar fútbol por la universidad.
Le faltaban aún 15 mil dólares al año y no había forma de que sus padres pudiesen costearlo. Karina no perdió las esperanzas e insistió hasta que le dieron una beca completa. Solo tuvo que juntar el dinero para los pasajes. “No fui la única a la que se le ofreció la beca, pero muchas chicas querían jugar profesional no más y la rechazaron. El deporte te abre muchas puertas y hay que saber tomar las oportunidades que se presentan. El fútbol no es para siempre y a mí me lastima que las chicas no piensen en estudiar. Gracias al fútbol pude obtener un título universitario, gratis, y ese es un plan para el futuro, cuando ya no pueda jugar”.

Estudiar gracias al deporte

Karina se licenció en Administración de Empresas en la Graceland University, en Estados Unidos. Esos cuatro años de estudio, del 2008 al 2012, significaron la primera vez que se separaba de su familia. El primer año estudió inglés de manera intensiva y en los tres siguientes terminó su carrera.
“Antes, se burlaban de mí porque nunca fui buena en inglés en el colegio, pero ahí me ayudaban. Yo me fui sin saber casi nada, pero no me dejaban hablar español para que me sea más rápido aprender inglés”, recalca.
Se recibió con honores y con su equipo de fútbol llegó a la final de las nacionales. Y eso que también trabajó a la par de sus estudios, porque sus padres no podían enviarle dinero. “Le agradezco a mi mamá que siempre me inculcó el trabajo y a ser independiente”, destaca.
Pero no todo fue positivo. Durante ese tiempo se lesionó y tuvo que ser operada de rotura de ligamento en la pierna. “Un año estuve sin jugar y fue el peor año de mi vida. Todos en la universidad me apoyaron muchísimo, fueron mi contención porque además estaba lejos de mi familia. Pensé que mi carrera estaba acabada, que al regresar a Paraguay nunca más iba poder jugar fútbol”, confiesa.
A su regreso a Paraguay debió trabajar para ayudar en la casa. Tenía 22 años y ya había dejado el fútbol porque no contaba con apoyo. No obstante siguió con el básquet, porque podía jugar de manera profesional aunque ya trabajaba en un banco. Apenas terminaba su horario laboral, iba a las prácticas en el club Libertad.
Tenía 25 cuando la llamaron del Sportivo Limpeño. Le ofrecieron hacerle una prueba porque necesitaban una delantera para entrar a la APF. Habían recibido buenas referencias suyas y estaban dispuestos a igualarle el salario que percibía en el banco.
“Yo nunca quise dejar el fútbol, tuve que hacerlo. Les mencioné que seguía en ritmo porque continuaba jugando básquet. Hice la prueba y en una semana estaba adentro. Recuerdo que hablé con mi mamá y me dijo que 'el fútbol no es para siempre y que si me gustaba, que acepte' y así renuncié al banco y acepté la oferta. La verdad era que con ocho horas en una oficina veía mi vida irse. Necesitaba estar activa y lo que me daba un escape era el básquet, pero necesitaba trabajar y ahora estoy feliz de que mi trabajo sea lo que apasiona completamente”, confirma.
En el 2016 Limpeño salió ganador de la Copa Libertadores y lo hizo siendo imbatible. En el 2018 el Club Libertad y el Sportivo Limpeño se fusionaron, dando a luz a Libertad Limpeño, en fútbol femenino. Lo cual fue genial para Karina, que ya jugaba básquet por Libertad.
“Realmente nunca esperé que el fútbol femenino tenga tanto apoyo como ahora está teniendo. Ni mi familia estaba muy segura cuando decidí dejar el banco, sólo mi mamá me apoyaba. Me decían “el fútbol es para nenes”, “vas a ser machona”. Y yo realmente tengo hasta un título gracias al deporte. Estoy demasiado feliz y agradecida con el Club Libertad, porque si no tenía esa infraestructura y el apoyo que me está dando, capaz volvía al banco”, menciona.

Si uno elige algo, deja otras cosas de lado

“Si pienso quién es mi mejor amigo hoy, diría que es la pelota”, expresa Karina entre risas. Y es que una vida dedicada al deporte conlleva su disciplina. Desde los 18 años que no falta al gimnasio. Cuida sus horas de sueño. Se prepara su propia comida. No se descuida, no trasnocha. “Yo trabajo para jugar porque me apasiona. Todos los días lucho para dar lo mejor de mí”. Todo eso tiene su cuota de responsabilidad y sacrificio.
¿Cómo es vivir para el deporte? A su alrededor hay un grupo de profesionales, tanto en fútbol como en básquet. Médico, fisioterapeuta y nutricionista. “Vine más fuerte mentalmente de los Estados Unidos. Allá las niñas juegan fútbol desde los cuatro años. Sus papás se van a los partidos a alentarles. Jugaban con los nenes. No existen diferencias. Así que me sirvió muchísimo esa experiencia para no hacer caso a los comentarios negativos”, comenta.
Admira a Marta Vieira da Silva (34), seis veces ganadora del Balón de Oro, la única jugadora que logró estar a lado de Messi, de Cristiano Ronaldo y que los superó en goles en los mundiales. “Fue mi inspiración, contra todas las personas que le decían que 'no'. Sé que detrás de eso hay muchísimo esfuerzo y sacrificio. Creo que es importante que tomemos referentes que nos impulsen en el camino. También admiro a las jugadores de la selección de Estados Unidos que están peleando para el salario igual al de los hombres. Ellas salieron campeonas del mundo cuando los hombres se eliminaron en primera ronda. Esa equidad que están buscando ellas, yo también la veo reflejada en mí porque renuncié a varias selecciones porque no valoraban el fútbol femenino”, explica.


Sueños futuros

“Tengo 30 años pero siempre le pongo de ejemplo a Roque Santa Cruz. Porque cada vez está jugando mejor, parece que tiene 18 años. Y yo voy a jugar hasta que mi cuerpo pueda, pero hoy me siento mejor que nunca, a mis 30 años”, expresa Karina respecto al futuro.
Además destaca que le gustaría trabajar con las generaciones que están empezando a jugar al fútbol, compartir su experiencia con jugadoras más jóvenes, ayudar a prepararlas para las nuevas metas. “Quiero que las chicas sientan ese sentido de pertenencia, de que sí podemos. Necesitamos que los resultados lleguen a nivel de selección para que nos den importancia. Por ejemplo, clasificar a un Mundial, a las Olimpiadas. Porque sé que realmente hay mucho talento y se puede”, asegura sin dudarlo.
“Que apoyen a sus hijas si les gusta el deporte. Realmente una tiene que seguir lo que le apasiona, es distinto lo que se consigue así. Y a las niñas, que hoy ya hay muchas ligas de desarrollo, de escuelas, que aprovechen porque hay muchísimas oportunidades de salir adelante con el fútbol. Que todo sacrificio recibe sus frutos. Que si les gusta, sigan enfocadas”.
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