Las redes sociales son parte de nuestras vidas, pero más allá del uso que les damos como fuente de información —de lo que está pasando, dónde y a quién—,¿qué ocurre con lo que nosotros publicamos? Conversamos con la psicóloga Fátima López Moreira sobre lo que vemos y percibimos.
Texto: Jazmín Gómez Fleitas
@jazgomezf
¿Somos más de lo que está colgado en las redes? ¿O todo lo que se ve ahí es lo que hay de la vida real de las personas? Una respuesta más acertada sería decir que eso que dejamos ver ahí, es sólo una parte de ella.
“Desde el momento en que se trata de una plataforma virtual, evidentemente, no estamos hablando de una autenticidad al 100%. Hay una mezcla de todo: de lo que quisiera ser la persona, algunas realidades, otras no. Nadie muestra cuestiones que son dolorosas y no se tiene por qué tampoco, porque pertenecen a la intimidad”, explica López Moreira.
Pero lo que resulta curioso de todo esto es como repercute en nuestras vidas. “Es importante reflexionar acerca de lo que se ve en la plataforma, esas cuestiones detrás de, y hacer de ella un uso sano, que no nos deshumanice ni desconecte. El problema no son los medios digitales, sino la manera en la que los usamos. Pienso que eso debe ser equilibrado, que existe una intimidad que no hay por qué mostrarla. Esto es superficial. Entender que esa no es la vida real. Lo real es lo que vivís ahora, con tus amigos, con tu familia día a día, con tu pareja. La vida real sucede en la vida, no en las redes sociales”, argumenta la profesional.
Lo que enfrentan los adolescentes
López Moreira relata que en países del primer mundo ya se reglamentó el trabajo de los influencers en las redes sociales. Deben especificar que sus posteos son pagados, como de repente se puede ver en perfiles de actrices, celebrities, etc. ¿Por qué?
“Porque hacen esa mezcla de fantasía con realidad, es decir, te venden un producto por el cual le están pagando para hablar, lo cual en realidad es publicidad, pero el influencer te hace creer que lo utiliza en su vida real, en el día a día. Es una información que entra velada al inconsciente. ¿Qué quiere decir velada? Una información que ingresa sin pedir permiso y la persona no distingue en realidad que es una publicidad. Cree que ese influencer en verdad tiene ese auto fantástico o esa casa increíble”, explica.
Ya lo decía el filósofo y estudioso de los medios, Marshall McLuhan, “somos lo que vemos”. “A mí me preocupa como profesional, como les veo en consultorio a los adolescentes cada vez con menos herramientas para tolerar la frustración, porque ven una vida que no es real. Y creen que todo se consigue así de fácil. Creo que hay que mediar, entre influencers, marcas y el público, porque está habiendo un daño. Los adolescentes no están sabiendo diferenciar eso y les genera mucha angustia, tristeza, piensan que su vida es triste”.
Además, la profesional destaca la necesidad de darles herramientas para que ellos transiten su vida lo mejor posible. “Hoy se registran tasas altas de angustia, de ansiedad, de depresión, ya en adolescentes, y esto es alarmante. La poca tolerancia a la frustración, porque no entienden que la vida se trata de ir caminando y consiguiendo de a poquito, objetivos paso a paso. Que el auto o la casa no llegan por magia. Ven en redes y creen que todo es así de fácil de conseguir, aparentemente. Cuando lo que hay que enseñar es que la vida es linda de vivir, aprendiendo en cada etapa. Quiero instar a los adultos de la casa, a los padres, tíos, primos mayores, que se sienten a hablar con ellos, porque de repente muchos padres me dicen ‘no quiero hablar porque yo no entiendo bien cómo funciona eso’, pero que eso no sea un impedimento para ir dialogando con ellos al respecto. Hay que intervenir. Hay que estar ahí para ellos”, aconseja.
La ansiedad en la vida adulta
Los adultos tampoco están exentos de luchar contra las percepciones de una vida perfecta. “Como me dicen mis pacientes `estoy tan preocupado/a porque les veo a todos tan felices en las redes sociales y yo no estoy así´. Y esa es la metáfora de todo lo que estamos hablando. Hay algo que nos pasa a todos y que no pasa en redes sociales. La realidad está pasando ahora en nuestras vidas. No tomemos a las redes como una realidad absoluta”, expone la profesional.
López Moreira señala que la vida tiene sus altos y bajos, y que eso no se ve en las redes sociales. La visión es sólo parcial. Entonces muchas personas se hacen adictas a esa imagen que encuentran allí: “Esta es una problemática muy actual. El de estar adictos a lo que se ve en las redes sociales porque nuestra realidad no nos gusta. Sepan que hay un espacio terapéutico para esto. Que no hay que pasar solos por ello. De buscar caminos alternativos como para desarrollar fortalezas para enfrentarse a ese mundo y no sucumbir ante él”.
Y por último, señala una alternativa válida: “El equilibrio es la respuesta. Hay muchos espacios en redes sociales que son de crecimiento, que pueden ser perfiles personales o no, y les invito a que busquen esos espacios y que traten en lo posible de, no digo desconectarse, sino aprender a usar el tiempo en línea de la manera más productiva posible”.
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